Crítica de «9», de Martín Barrenechea y Nicolás Branca

La película dirigida por el dúo argentino – uruguayo muestra, sin tapujos, los entretelones del mundo del fútbol. El film perteneciente a la Competencia Latinoamericana narra la historia de Christian Arias, la promesa celeste que, luego de ser sancionado por conducta antideportiva, se replanteará su futuro en el deporte rey. Esta es la crítica de «9», de Martín Barrenechea y Nicolás Branca.

Christian permanece en silencio. La actitud de la joven promesa del fútbol rioplatense no es azarosa. Él, con el devenir del metraje, hará explícito por qué esta así. Callado, pensante y siempre respetando la voz de su padre en todos los ambientes que habita, irá trazando, minuto a minuto, el desenlace de su vida en alto rendimiento. Suspendido por conducta antideportiva en un partido internacional con su selección, Christian se replanteará si quiere seguir siendo parte del mundo del fútbol.

El protagonista no toma alcohol, nunca fumó y se mantiene alejado de las fiestas que su propio padre (quien, a la vez, es su representante) organiza. El 9 del representativo nacional celeste parece seguir todo al pie de la letra. Aún así, con tanta disciplina mostrada los primeros minutos del metraje, la disconformidad dirá presente. Y lo hará con una psicóloga de por medio. Como parte de un movimiento legal para que la FIFA no le saque más plata de la debida, Christian tiene que ir a una sesión para exteriorizar los motivos que lo llevaron a, en palabras de la profesional que lo atiende, «practicar karate» en medio del césped.

El quiebre

No solo es una charla con una profesional, es el punto de inflexión del personaje y lo que anticipa, tal como se ha dicho, el desenlace del film. A Christian le da igual jugar o no. Sí, le molesta lo que el periodismo deportivo dice, pero, aún con todo eso, se muestra desinteresado respecto a la continuidad de su carrera. Barrenecha y Branca, en este sentido, saben qué mostrar. Abundan los silencios y los planos centrados en el joven futbolista. Si hay diálogos o acciones, que en una película más tradicional se encuadrarían con un contraplano, acá no tienen preponderancia.

Donde a nadie le importa qué le pasa por la cabeza a Christian que no quiere seguir con su vida de ensueño, los directores son los únicos en demostrar lo contrario. Claro, los directores y Belén, a quien conoce en el barrio privado donde vive. Mientras su padre parte a Europa, enajenado por el dinero y la chance que su hijo sea fichado por un mítico club de la Premier League, Christian complejiza aún más su desorden.

En ningún momento expresa verbalmente su tedio, pero lo demuestra con acciones. Se alimenta mal, sube de peso, empieza a salir de fiesta, fuma y toma alcohol. En esa casa de vidrios de cristal donde todo se ve, nadie se da cuenta (una vez más) de lo que Christian quiere. Todo lo hace con Belén que, lejos de entender que podría estar llevándolo por «mal camino», le muestra lo más sencillo y humano que cualquier persona podría tener: interés. En este punto, «9» despliega lo mejor de sus disposiciones técnicas. La película se guarda para este instante un trabajo de fotografía cuidado en extremo detalle y una banda sonora resonante. Y sí, no es más ni menos que el momento de la película en el que Christian recupera su humanidad.

Poder decir adiós es crecer

De regreso y con malas noticias, su padre le comunica que ningún club de la Premiere contará con sus servicios ¿Los motivos? A nadie le cierra en el viejo continente la actitud antideportiva que tuvo y con la que, potencialmente, podría reincidir. Enterándose lo que su representado hizo en el transcurso del viaje, el padre vuelve a mostrar su impulsividad y violencia gritando a la nada con una raqueta de tenis en su mano. Actividad con la que, pequeño detalle, Christian conoció a Belén.

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Con un futuro incierto, la opción de ir al fútbol chino por mucho dinero es la alternativa más viable. Dudando más que nunca (y con su incipiente vínculo haciéndolo entrar en razón), el joven deportista decide no firmar. El final de la película es, también, el final de la carrera de Arias. Nuevamente, con trompadas de por medio, el padre no puede creer la decisión de su hijo. Un plano general con fuga de campo, como esos que alguna vez caracterizaron a la historia del cine en «El Ciudadano», es el elegido por el dueto rioplatense para cerrar el film. A la izquierda están los representantes del club asiático mirándo atónitos lo que sucede a la derecha del cuadro: Arias padre y su hijo a los golpes por la decisión del ya retirado centrodelantero uruguayo.

«9» muestra el mencionado y muy poco retratado «Lado B» del fútbol. El film nos propone una historia original donde sus personajes, ubicados en puntos muy distintos respecto a sus formas de ser, llevan el film a correcto destino. Lo psicológico, lo glamoroso y el éxito se dan cita, de forma simultánea, en este título. La historia de Barrenechea y Branca es, sin dudas, una apuesta que supera con creces las metas que se propone. «9» deja la vara alta en lo que respecta a dirección de actores, trabajo de fotografía y elección de banda sonora. Una película que, en este 36° Mar del Plata Film Festival, tenés que ver.

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